LEYENDA DE LA JUANA DE ORO

La loma de Macasto asciende a convertirse en el centro de una gran leyenda ya que en tiempos antaños, por el lado occidental bajaba un arroyo de agua cristalina y espumante que iba a irrigar los campos de Chisalata, Pitisleo y la Península.

Allí en el arroyo lavaba la ropa todos los días Doña Rosa María chango, usando jabón de cabuya.

Una mañana, mientras Doña Rosa lavaba, sintió unos pasos sobre la maleza; volvió la vista y su sorpresa fue grande, al descubrir una figura desconocida de alta estatura y hermosa como una flor; llevaba un collar de tres vueltas hecha de corales, una blusa blanca adornada de mariposas y una falda amplia que rodeaba el talle mínimo de una princesa india.

Juana de Oro hablo con Doña Rosa diciendo que no debe subir a pasar días enteros lavando y dejando solos  a sus dos longuitos, Le prometió pasar un riachuelo muy cerca de su casa para que asi no tuviera que subir todos los días

Doña Rosa volvió a su casa y refirió lo sucedido a su marido quien salía todos los días a trabajar obteniendo como respuesta que debía cumplir con su deber del lavado.

Doña Rosa subió al siguiente día nuevamente a lavar, otra vez apareció Juana de Oro y le dijo “Veo que no me has obedecido, por escuchar a tu marido, dejas a tus longuitos solos; pero te advierto, que si vuelves a lavar aquí secare el arroyo y desviaré su curso por un cause subterráneo” al decir esto Juana desapareció.

Doña Rosa corrió a su casa un poco turbada; espero a su marido hasta la tarde para contarle lo ocurrido; pero su marido, demoró más de la cuenta, hasta que al fin vino más que borracho.

Doña Rosa sin mirar el estado de su marido le contó lo sucedido y apenas termino de contar, este estallo en iras y agregó “Son bribonadas de las personas de la loma que tratan de impedir que ocupemos el agua” Toribio Chango en sus sueños escuchaba que Juana de oro le retaba diciendo que por él sacaba y desviaba el curso del agua…. Y al siguiente día despertó y subió con su esposa Rosa lavar y cuál fue su sorpresa y la de su mujer…. No encontraron ni las huellas del arroyo y solo escucharon un furioso viento penetrante como sonido de cascada que golpeaba las rocas en forma atronadora.

“Juana de Oro cumplió su palabra”

Desde entonces, el agua está ausente de la loma de Macasto, sabiéndose que un manantial fresco y radiante corre por debajo de la loma y las aguas van a salir en el río Ambato.